…Pero cómo nos mola la espeleología castellana, no nos cansamos de visitar una y otra vez algunas cuevas del centro peninsular. A veces, porque hace tiempo que justo a esa no volvíamos; otras, porque nos encanta “enseñar” algunas joyas a la gente nueva que va incorporándose a nuestro grupo. Y así hemos querido contaros dos historias, por ejemplo, dos historias ocurridas en dos de estas joyas por las que cualquier espeleólogo siente fascinación, y que hemos recordado a raíz de dos recientes visitas…
Una es en una sierra preciosa, con muchísimos árboles, de hecho dicen que una de las zonas con más superficie de bosque de España, y ¡no es en el Norte!… De esta cueva tengo un recuerdo imborrable que viví junto a Francisco, el Dr., al año siguiente de nuestro curso de iniciación: un frondoso bosque de pinos, un cauce excavado en la roca que desaparece en una cueva y una bella mariposa que parece sacada de un cuento (que los estudiosos llaman Graellsia isabelae)… Nuestros “mayores” de aquella época, parte de la plana mayor del Flash decidieron llevarnos a conocerla, capitaneados por Estrada. Había llovido mucho y en la cueva entraba agua, cada vez más; se podía ver cómo el nivel iba subiendo en la marmita de acceso al pasamanos de entrada, desde apenas las espinillas hasta los mismísimos h… Y mientras, Estrada hacía acrobacias para colocar algunos spits más allá, para evitar la cascada que se había formado, hasta que se dio cuenta de que no iba a haber hueco para pasar sin empaparse. Y la cosa no pasó de ahí, de estar colgados sin casi oírnos por el estruendo de la cascada que iba a más.
Después hemos vuelto, no se sabe la de veces, y todo es más fácil, con la instalación en fijo que se montó hace tiempo, y, claro, sin que entre agua por la boca. Y aún así, siempre hay alguien que se moja en alguna de las marmitas del interior, y siempre salimos tan contentos y con ganas de volver…
La otra historia es en un desolado y frío páramo, éste sin árboles, o con alguno por ahí disperso, y de repente un agujero en el suelo… Y a través de este agujero entras en un mundo churrigueresco, que no puedes ni imaginarte que exista ahí, debajo mismo de ese páramo… También guarda algunas historias que aún se recuerdan en el Flash, como una que no he vivido, pero he escuchado, y trata de una joven espeleóloga recién llegada a la que sus compañeros, ya perros viejos en el Flash, capitaneados por Carlitos “El Ardilla”, intentaban convencer para entrar y le aseguraban que para no mojarse en un paso inundado que tiene la cueva, lo mejor era ¡envolverla! en film transparente, por debajo del mono, claro… Carlitos aseguraba que esta novedosa técnica ya la había utilizado en la cueva de Los Chorros de Albacete…Y ella lo creyó, porque siempre, en el Flash, nos hemos caracterizado por hacer caso a nuestros mayores. Al final no se llevó a cabo el plan y todo quedó en un “que no mujer, que era broma…” Desde entonces, muchos hemos pasado por esta cueva, ya que es una de nuestras favoritas para visitar cada cierto tiempo. No pasan dos años sin que alguien del grupo la proponga para hacer una incursión que nunca, nunca defrauda a nadie y el que la visita por primera vez queda asombrado…
Y esto son sólo dos ejemplos de las maravillas de la naturaleza que podemos encontrar por el centro de España, y que nos han fascinado y nos siguen fascinando tanto, a los viejos y a los nuevos. A todos en el Flash, ¡cómo nos mola la espeleología castellana!
Jose “Hevia”
Fotos: Mª Ángeles “Petina”, Archivo G.E. Flash y Jose “Hevia”
Nuestra "escuela"; tan a mano… Siempre conviene revisar esas imprescindibles Carlista, CJ3, Tainas, Juanas, Manuel Mozo,Matasnos, y tantas y tantas.
el cali
Que buen post y que buenos recuerdos