Bueno, dos o tres…
Me encanta salir de cuevas y salir de fiesta y… Y las dos primeras se juntaron en un estupendo fin de semana.
Salimos dirección a Valsalobre el viernes. Para ir calentando, paramos en un bar a cenar (que solo os recomiendo si tenéis mucha hambre). Lo que nos pudimos reír viendo el tamaño de la cena de cada uno. En vez de hacer cuevas, vamos a tener que dedicar el fin de semana a hacer la digestión. Unas risas, unas bromas… ¡Qué bien empieza la Espeleofiesta).
Tras dormir en un maravilloso refu, iniciamos la jornada; se oye “esto no es lo que era”.
Se instalan ocho simas
Entran y salen 30 espeleólogos
Hoy se han instalado dos y hemos entrado ocho. ¿Será por la pandemia? ¿nos hacemos mayores? ¿nos puede la apatía?
No tengo respuesta a algunas preguntas, sí tengo afirmaciones; qué gusto me sigue dando entrar, salir, subir, bajar, arrastrarme, con tan buena compañía, aunque no sea numerosa, es la mejor.
El día no ha acabado, otros amigos que no han podido llegar antes para entrar en las cuevas, no quieren perderse un rato de compartir anécdotas, risas, buena compañía… y una barbacoa, y aquí nos juntamos todos. Uno enciende la chimenea, otro pone la parrilla, otro echa la carne, cena de traje a la mesa, y a por ello. Y ahí nos juntamos trece amigos.
Sin desparramar mucho, que el domingo habrá que hacer algo. Así fue, al más puro estilo Flash, debatiendo y votando en el desayuno optamos por hacer una cueva horizontal y poder entrar todos juntos. Una cueva a la que llegamos por un precioso camino que nos ofreció unas vistas maravillosas. Una cueva que también nos sorprendió con todos sus recovecos y formaciones.
Para rematar el día nos fuimos a la Zapatilla a comernos “las sobras”. ¡Qué rico todo! ¡Qué bien lo hemos pasado! ¡Qué buen finde!
Tenemos tantas propuestas para otra fiesta, que no sé cuánto tiempo podré aguantar sin proponer las cosas que más me gustan…
fotos: Rober, Lindsay y Velén
