Por fin un fin de semana de tres días! y que mejor que hacer travesías cántabras?! Tibia-Fresca y Coterón-Reñada por el ramal Codisera fueron las elegidas. Inma, Fran, Jose (Hevia) y Carlos (el que suscribe) salimos el jueves 24 hacia el valle de Asón. Tras dormir junto a la escuela de la Gándara, partimos hacia el camino que sale en el km.7 de la carretera que une La Gándara con Coventosa, donde dejaríamos el coche para subir a torca Tibia. La idea era levantarse pronto para no salir por Fresca demasiado tarde y dormir suficiente para no perder las ganas de hacer al día siguiente la segunda travesía. Eran las 9:15 de la mañana cuando comenzábamos a subir. Aunque el sol nos respetó ocultándose durante todo el ascenso, la fuerte pendiente, las zarzas y los tábanos hicieron penosas las dos horas de subida hasta la boca de entrada. Una vez allí y tras comer algo de fruta y cambiarnos, las ganas reflorecieron en todos nosotros, que empezamos a bajar el primer pozo completamente ilusionados. Aunque ninguno queríamos salir demasiado tarde, realizamos el descenso con mucha tranquilidad, disfrutando de tan bella cavidad. Poco a poco fuimos pasando las dificultades de Tibia; El meandro de los palillos, la gatera-meandro desfondado que da acceso al pozo del péndulo y los pozos ascendentes estrechos. El descenso de los dos pozos de 85 metros proporcionaban una visión espectacular, tanto para el que lo descendía, como para el que veía bajar a los demás. Una sima muy completa que tiene de todo. La conexión con Fresca en la Sala Rabelais se realizó sin grandes complicaciones. En el lugar donde concluye la visita a Fresca en los cursillos realizamos nuestra segunda parada, desde donde continuaríamos hacia la salida, por las míticas zonas de sobra conocidas por todos (menos Inma, que no la había visitado nunca) La espectacular quinta avenida, la gran estalagmita, la vira de la araña, el Tracastín, el bloque 64… hasta llegar al laminador que nos situaría en la boca de Fresca a las 21:30 horas. A la salida el calor era agobiante, aun mas si cabe que el que nos había acompañado durante toda la travesía. Durante la bajada cayó un relámpago bastante cerca, lo que nos hizo optar por desprendernos de todos los “hierros” que llevábamos por si acaso… Llegamos a la furgoneta aún de día y nos fuimos a descansar para el día siguiente afrontar con fuerzas nuestra segunda aventurilla.
Al despertar, sin ninguna prisa, eso si, Fran decidió que no entraría a la cueva para no forzar la rodilla, que tenía tocada por un pequeño incidente en tibia. Inma optó por hacer lo mismo. Jose y yo, tras pensarlo, decidimos que si entraríamos al sistema de la Vega, accediendo por Coterón para salir por Reñada. En la aproximación nos acompañó Fran, para recuperar la cuerda del pozo de acceso y así hacernos ir mas ligeros y evitar tener que volver al día siguiente a por ella. Al ser solo dos optamos también por no llevar la barca, y cruzar el lago a nado en caso necesario. Lo que desde abajo parecía que iba a ser una aproximación rápida y cómoda se complicó y tendió hacia las penalidades que habíamos pasado el día anterior, aunque sin tábanos, eso si. Una vez en la base del pozo de entrada, nos despedimos de Fran y comenzamos a avanzar hacia la salida. En seguida llegamos al pozo que nos situaría en “el fin del mundo”, instalado en fijo, y en el que encontramos una cuerda enmadejada junto a su cabecera. Continuamos nuestro avance, encontrando bastantes catadióptricos en nuestro camino, hasta llegar a un punto en el que uno de ellos apuntaba extrañamente hacia atrás. A pesar de ello, todo parecía indicar que íbamos por el buen camino, incluso habíamos pasado una marca con una flecha y una indicación hacia reñada (RE ->), pero en seguida llegamos a un punto en el que había varias opciones y ninguna marca. Aquello continuaba en todas las direcciones y empezamos a sentirnos un poco perdidos al no conseguir localizar con exactitud el punto en el que estábamos en la topografía. Volvimos sobre nuestros pasos hasta la flecha hacia reñada y lo intentamos de nuevo, volviendo a llegar al mismo punto. Tras comprobar todas los caminos posibles y viendo que aquello no coincidía con lo que decía la “letrilla” volvimos de nuevo sobre nuestros pasos. Era la cuarta vez que pasábamos por aquellas galerías. En este segundo retorno, y dado el tiempo que llevábamos ya perdido, empezamos a valorar distintas opciones. Entre ellas, la que mas peso cogía era la de volver hasta la bifurcación en la que cogimos el ramal codisera e intentarlo por el otro ramal, yendo a comprobar si el pozo estaba instalado en fijo. En caso de no estarlo, volveríamos hasta casi el principio, subiendo el P13 para coger la cuerda que habíamos visto y usarla junto con la cuerda de 30m que llevábamos nosotros para bajar el pozo. Por suerte, en nuestro retorno nos fijamos en una rampa arenosa que habíamos pasado por alto y que aparecía en la descripción, por lo que conseguimos situarnos sobre la topografía. De esta forma continuamos nuestro avance llegando nuevamente al punto hasta donde habíamos llegado las anteriores veces, pero encontrando esta vez el paso correcto, que estaba situado por encima de una colada por la que caía un pequeño aporte, único sitio que se nos había pasado por alto. Continuamos nuestro avance ya recuperados del varapalo de la pérdida, hasta conectar con las galerías de Reñada, eso si, antes tuvimos que pasar el lago, que aunque tiene unos pasamanos laterales, estos solo están al principio, desapareciendo en la parte final que es en la que realmente hacen falta. Tuvimos que mojarnos hasta la línea de flotación, pero realmente se agradecía por el insoportable calor que nos acompañaba desde la entrada. Continuamos nuestro camino. Impresionantes galerías repletas de formaciones y con una senda muy marcada (llega a parecer una cueva turística) por las que avanzábamos sin problemas, hasta un punto en el que la alegría por pensar que ya quedaba poco se convirtió en un recuerdo de lo que habíamos vivido. Tras numerosos catadióptricos señalando la misma dirección y siguiendo una senda muy marcada, zas!, un catadióptrico en sentido opuesto… aquello era subrealista, no podía ser! Así que volvimos a hacer aquello que tan bien conocíamos… volver sobre nuestros pasos, hasta una señal en la que se leía “OUT” y una flecha que indicaba la dirección, para de nuevo retomar la caminata prestando esta vez mas atención. La verdad es que habíamos estado un tiempo subiendo y a Jose le empezó a extrañar, y al final resultó que nos habíamos pasado el desvío y habíamos tirado por las galerías hacia Azpilicueta! En este nuevo intento encontramos el catadióptrico que indicaba el desvío y que nos habíamos saltado la primera vez. A partir de ahí quedaba poco para salir. Comimos antes de “el duck” que es uno de los pasos “complicados” de la travesía, y que se trata de un paso gateroso inundado en el que te mojas bastante. Por suerte o por desgracia en esta ocasión no tenía agua, y digo por desgracia porque en su lugar había un enorme barrizal. Unas cuantas galerías con trepes y destrepes nos situarían en el ultimo paso, el paso del viento, que es una gatera corta pero muy estrecha en la que se repitieron las condiciones de El Duck. Salimos embarrados, de día y nuevamente el calor nos golpeó duramente a la salida. Eran las 20:15 horas y allí estaban Fran e Inma esperándonos con su material reluciente recién lavado en el rio. Tras cambiarnos, bajamos a celebrarlo a las fiestas de Riba, para acabar tomando una hamburguesa en “el bar del señor amable” en Ramales de la Victoria.
-Carlos-